martes, 10 de noviembre de 2009

Por Bárbara Román SOFISTICACIÓN DE LOS FRAUDES EN LA RED

Las estafas y los fraudes a través de Internet se están convirtiendo en prácticas habituales llevadas a cabo por personas sin escrúpulos, dispuestas a aprovecharse del resto de los usuarios que utilizan este medio de comunicación no solo como vía de consulta, sino también para adquirir productos.
La mayoría de los casos conocidos son similares: los usuarios han contactado con un tercero a través de una página o portal de subastas, han acordado el pago y envío del producto, y una vez que el comprador realiza la transferencia, nunca más se supo del vendedor, es decir, reciben la transferencia y desaparecen.
Para evitar ser estafados o poder tener una carta en la manga en caso de que así suceda en operaciones realizadas a través de la Red, ha surgido una figura, encargada de verificar este tipo de contratos y transacciones, que probablemente cada vez estará más presente en el ámbito de los servicios de la sociedad de la información, y es el denominado Tercero de Confianza, definido como aquel intermediario entre dos partes contratantes que realizan un acuerdo a través de medios electrónicos.
Simplificando, es como si los contratantes acudieran a un Notario para que de fe de que ese contrato que se firma en su presencia tiene plena validez; pero en el caso de hacerlo a través de Internet, puede ocurrir que la persona o compañía con la que nos interesa firmar se encuentre en otra provincia, otro país, incluso otro continente, y es por ello por lo que han comenzado a aparecer diferentes empresas que ofrecen servicios de este tipo, para que ninguna de las partes pueda repudiar el contrato previamente firmado.
Existen diferentes métodos para garantizar la autenticidad y aceptación de este tipo de acuerdos y contratos, cada compañía que emprende este tipo de negocio decide la que cree será más beneficiosa y eficiente, y luego es labor de cada usuario de estos servicios elegir la que le de mayor confianza, que es el objetivo primordial de su uso.
Como primicia y en señal de alerta, es necesario señalar que la alarma social ante estafas cometidas a través de Internet es cada vez mayor, lo que esta provocando que los estafadores maquillen sus campos de actuación de tal manera, que el usuario acabe aceptando la compra ante el gran número de medidas de seguridad sugeridas por el vendedor.
Se ha tenido conocimiento de que ciertos usuarios/vendedores engañan a sus compradores haciéndoles ver que lo más beneficioso para que el negocio jurídico a suscribir entre ambos sea seguro es acudir a una tercera parte neutral, y es cuando el comprador también se siente tranquilo ante la compra-venta que van a realizar.
Es aquí donde se cae en el error, porque la página web a través de la que se ha realizado el contrato de compra-venta no es más que una estratagema ideada por el vendedor para dar mayor confianza al cliente, y así recibir la transferencia.
Una vez que la transferencia llega al destino especificado, el vendedor desaparece, la página de terceros de confianza queda desactivada, y el comprador se queda sin dinero y sin producto.
Esto no quiere decir que todas las compras y servicios ofrecidos en la Red estén realizados con la finalidad de timar a los clientes ni mucho menos, sino que hay que saber con quién se trata, y para ello en España, por ejemplo, existe la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y del Comercio Electrónico (LSSI) que intenta por todos los medios evitar que se cometan este tipo de acciones, abogando por una Internet segura como un medio más a la disposición de las personas para poder acceder a multitud de servicios.
www.delitosinformaticos.com

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